DIRECTRICES DEL CIELO

 

#67 LA PASIÓN DE CRISTO     Parte 2

"ENTONCES ES VUESTRA PASIÓN, que me hace tener esperanza, a pesar de mis pecados, que yo también, algún día, llegaré a la sociedad de los santos... para cantar Vuestras misericordias, y agradeceros y amaros para siempre en el paraíso." 

- San Alfonso de Liguori, La Pasión y Muerte de Jesucristo


LA CARGADA  DE LA CRUZ
Entonces un soldado empujó a Jesús fuera de la entrada al especie de agujero y por un camino.  Había muchas personas, todas con espíritu de carnaval.  Dos soldados empujaron a Jesús hacia un lado de la gran viga cruzada que era llevada a través de la muchedumbre.  Parecía como un tronco pesado - sumamente áspero y de madera marrón.
     Dos soldados la elevaron y otro puso a Jesús a la par de ella.  Dos soldados comenzaron a atarle Sus manos a la viga.  Era soportada sobre Su espalda y sobre Sus hombros.  Se veía espantosamente pesada y desgarbada.  El cordón marrón de cuero estaba tenso en el área de Su codo.  Parecía estar equilibrando y soportando la viga a medida que Él luchaba con el peso.
     Había tres damas y un hombre que caminaban a un lado de Él.  Las mujeres lloraban silenciosamente.  El hombre tenía su brazo alrededor de una de las damas...
     Jesús se tropezó y cayó.  Ahora estaba tan débil, la viga lo había hecho perder el equilibrio a medida que Él se tambaleaba.  Pobre Jesús cayó.  Un hombre malo y viejo salió corriendo de entre la multitud y lo escupió y pateó - ¡vieja bestia mala!...
     Pronto un soldado agarró a un hombre de entre la muchedumbre... Ciertamente que no quería carga la viga, pero sabían que Jesús no llegaría a las afueras de la ciudad.  De manera que este hombre cargó la viga sobre su hombro mientras la muchedumbre enloquecida se mofaba.  A Jesús lo empujaban y lo halaban.  Tierra y sangre estaban encima de Él;  era un cuadro de mugre ensangrentada.
     Yo estaba nauseando;  estaba enferma.  ¡Oh, que horror!  ¡Tal tortura!  ¿Como podían hacerle esto a Él?  ¡Qué fue lo que El hizo sino amar a todos!  ¡Bestias!  ¡Bestias!
     Pronto el soldado corrió con cinco clavos largos.  Cuando llegaron a la montaña, había ya allí un largo pedazo de madera sobre la tierra.  Un soldado levantó la viga de los hombros de este otro hombre y la tiró al suelo.  Los otros dos soldados la pusieron encima del pedazo largo de madera para formar una cruz - hasta abajo, y medio salido en la parte superior.  Martillaron con fuerza uno de los clavos dentro de las dos vigas y fue hecha la cruz.
- Verónica, 8 de marzo 1971

LA CRUCIFIXIÓN
Dos soldados despreciables tiraron a Jesús al suelo, y le halaron Sus brazos para que quedaran estirados sobre la viga horizontal.  ¡Oh, cómo dolió, la espalda tan rota!  Podía ver el dolor en los ojos de Jesús, pero nunca dijo una palabra.  Simplemente se veía triste.
     Entonces tomaron un cordón marrón tipo cuero, y lo amarraron alrededor de Sus muñecas y la tabla, atadas a la tabla.  Entonces levantaron las muñecas y las amarraron a la tabla, ataron y amarraron el cordón de cuero alrededor de los tobillos y la madera para sostenerlo en su lugar.
     Entonces fueron tirados los clavos al suelo, y un soldado se arrodilló y colocó el clavo en el centro  de la palma de la mano de pobre Jesús.
     Con ese mazo de metal lo atravesó por la piel y salió hasta la tabla.  ¡Yo grite!  ¡Vomité!  Esto fue repetido con la mano derecho.  Entonces Jesús vio hacia el cielo.
     Ellos comenzaron con las piernas- un gran clavo en ambos pies, Su pie derecho sobre Su pie izquierdo, en un ángulo algo torcido, colocado para quedar planos uno contra otro.  Yo nauseé cuando escuche el metal contra la carne y el hueso y la madera.  Un clavo se salió del otro lado.  Ellos martillaron un pedazo de madera debajo de Sus pobres pies, "para alinearlos", dijeron.  ¡Fue horrible!
     Ví a la muchedumbre.  Oh, solo había nueve personas allí para quedarse con Jesús.  Ahora conocía a Su Madre, María Cleofas... María Magdalena, y Juan.  Oh, pobre Jesús - nunca dijo palabra alguna a medida que lo clavaban a la madera.  ¡Oh, que amor!
     Luego dos soldados levantaron la cabeza de la madera y tres levantaron los pies, cargando a Jesús sobre la cruz, y dejaron caer un extremo dentro de un agujero.  ¡Cayo con un porrazo!   Jesús se sobresaltó.  Y rasgó más Sus manos.  Sangre escurría por Su rostro.  No podía mover Su cabeza.  El dolor era horrible;  cada movimiento le cortaba profundamente.  Se flexionó un poco, pero se irguió.  La flexión le rompió más.
     María y María corrieron hacia Él.  No hablaron al principio;  podían hablar entre ellas con sus ojos.  No necesitaban palabras.  Juan se acercó, porque la túnica inferior de Jesús se cayó.  ¡Oh, casi estaba totalmente desnudo.  Yo ví para otro lado, pero Juan corrió y le amarró especie de nudos, como panal.  ¡Oh, la humillación para pobre Jesús!  Entonces Jesús dijo a Juan:  "Contemplad Juan, a vuestra Madre.  Y éste, Madre, es Vuestro hijo.  Pronto debo ir al Padre..."
     Jesús grito:  "Abba, abba sabba la bec tori" - así sonó - un sonido extranjero... No lo puedo deletrear bien, sólo por el sonido.  Entonces vio hacia arriba.  "¡Tengo sed!"  Esto lo escuché en inglés...
     La cabeza de Jesús colgaba hacia la derecha.  Se puso oscuro, tan oscuro.  Todos se fueron, excepto nueve.  Todos se acercaron, y María se agarró de Sus pies, sin palabras por el pesar."
- Verónica, 8 de marzo 1971

PERDÓNALOS
Ahora pone Su cabeza hacia arriba, y dice:  "¡Padre, perdónalos de nuevo porque no saben lo que hacen!"
- Verónica, 7 de septiembre 1979

EL LADRÓN BUENO
Se ha puesto muy oscuro.  Ah, ah, el trueno - es como un trueno, es recio.  Todos tienen miedo.  Se caen y huyen corriendo.  Oh.
     Hay tres cruces en la montaña... Oh, y el hombre del lado izquierdo, está amarrado... Hay un hombre, un soldado, tiene una cosa grande, parece ser un hacha.  Tiene - es como un pedazo de piedra amarrada a un palo y le pega en las piernas con esto.
     Y el hombre clama, "¡Ten misericordia de mi!"  Y él, el soldado, le pega en las piernas, destrozándole sus huesos.  La sangre sale a chorros.  Ahora el hombre a la izquierda, su cabeza se ha caído hacia adelante.  Oh.
     Ahora va hacia allá - oh, lleva este palo ancho;  tiene una punta en el extremo.  Y, ¡oh!...
     Es Jesús en la cruz, y lo ha introducido en El, ¡justamente por encima de Su estómago!  Ahora no lo puede sacar.  Está siendo cubierto.  No es sangre;  es agua.  Pero... corre;  parece que no puede lavárselo de su rostro ... Ahora el palo, la lanza cae al suelo. ¡Oh!
     El hombre de la izquierda, sus piernas están destrozadas... El sufre.  ¡Ah!  Está del lado derecho de Jesús.  El ve hacia Jesús.  El dice: "Yo, yo tengo Vuestra promesa y me purificaré por Tí."
- Verónica, 21 de abril 1973
 

ESTIGMAS DE VERÓNICA
El lunes por la tarde, 8 de marzo 1971, durante la época de Cuaresma, Verónica vio en visión por primera vez, la Pasión, el sufrimiento de Jesús desde la agonía en el huerto hasta la crucifixión.
     Sólo la visión fue emocionalmente torturante y suficientemente pavorosa a medida que cada escena se desencadenaba llegando hasta la masacre del Divino Cordero.
     Pero más aún, cuando llegó a la crucifixión, Verónica sintió físicamente lo que vio:  los clavos y los golpes por el mazo y el dolor agudísimo y la desolación en la cruz a medida que se unió a los sufrimientos indescriptibles de Nuestro Salvador.  Verónica, literalmente vivió su propia crucifixión.
     Todo comenzó cuando Verónica (y cuatro más) a solicitud de Nuestro Señor, estaban rezando los misterios dolorosos del santo Rosario en su casa.  Cuando la Pasión había concluido y su éxtasis había finalizado, Verónica quedó con un recuerdo amargo:  los estigmas o heridas de Cristo en sus manos, pies y frente.
     Las llagas tenían apariencia de una llaga en proceso de sanar, de color negro y azulado, y durante los primeros días salía sangre de las manos y pies.  Las llagas tenían la forma de una cruz en sus empeines.
     El dolor atormentador y el malestar persistiría durante meses en sus manos y un par de años en sus pies antes que repentina y totalmente desaparecieran.  Fue muy difícil para ella caminar, y durante muchísimo tiempo no pudo usar zapatos ni medias, teniendo que recurrir a sandalias en vez.
     La marca dolorosa en el centro de su frente se sentía como una cortada profunda, representando las heridas terribles que hizo la corona de espinas.  Era del tamaño de un centavo y duró tres días.
     Verónica explicó que la intensidad del dolor disminuyó con el paso del tiempo, agregando que las llagas no eran algo frívolo ni decorativo, sino de hecho, causa de un gran dolor y angustia, hasta el punto que la memoria de ello la aflige hasta hoy en día.
     Además, como un recordatorio sagrado de su participación íntima en este acto inestimable de amor, ha sido una costumbre durante cuaresma, que no ha sido rota desde 1971, que Verónica revive esta experiencia idéntica de la Pasión y llevar los estigmas que siguen.
     Es una copia de sus primeros estigmas, pero sin la marca de la frente, sin sangre y mucho más cortos en duración.  Ella sufre el dolor pulsante en sus manos y pies que dura por lo menos 3 o 4 días.
     Tal y como descubrimos,  la prueba severa anual de Verónica durante cuaresma fue algo extremadamente tensionante y agotador para ella, aún el sólo pensarlo y mucho más al discutirlo.  No obstante, Verónica resumió hábilmente lo que a menudo nos enfatizaba durante el transcurso de este proyecto abrumador sobre la Pasión:  "¡Créanme!  Esto no es algo por lo que hay que orar ni desear.

  

#68 directriz 

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Revised: June 19, 2009